Cuando
era pequeña se quedaba absorta en el portón, mirando a su papá perderse a los
lejos en la carreta repleta de cañas halada por los bueyes. Los tiempos no eran
los mejores. Casi todas las niñas de su edad soñaban con un par de zapatos
nuevos. Pero a ella se le gastaban los ojos en el camino, en las formas que se
confundían con el polvo, allá en el horizonte.
Apenas
con 14 años, Magalis se enamoró de un
chofer y marchó de casa. Un día escuchó a Fidel hablar por la televisión de las
oportunidades de las mujeres y aquellas palabras se le antojaron una
invitación. En la primera ocasión fue a preguntar si podía unirse a los
pelotones de tiro de caña. Y cuando le preguntaron si sabía manejar respondió:
“Aún no, pero ya casi”.
Enseguida
se puso manos a la obra. El esposo que tenía en aquel momento le prestó el
camión y los compañeros también ayudaron. En unos meses ya estaba lista para
examinarse, pero la cosa no fue tan fácil.Tuvo que repetir seis veces el
ejercicio para conseguir la Licencia de Conducción.
Allá,
en el municipio de Jesús Menéndez, por el año 87, no era bien visto que una
muchacha comenzara la carrera de camionera. Le tocó enfrentar muchos prejuicios
para consumar su profesión. El padre de su única hija le puso a escoger entre
el camino y la familia, y ella decidió ser madre soltera, pero a tono con la
Revolución, donde cada persona gozaba de los mismos derechos, sin imposiciones
absurdas.
Desde
muy joven se adaptó al trabajo de la zafra. Despertaba antes de la 3:00 de la
mañana y regresaba a cualquier hora.
Muchas veces manejaba toda la noche y cuando fue necesario laborar 24 horas no permitió
remplazo. Por eso tiempos, la mamá prácticamente criaba a su hija. Jamás faltó
a su compromiso, y poco a poco se convirtió para todos en “la camionera”.
Cuando
le tocaba irse movilizada para otro municipio se bañaba y dormía en su
vehículo. Recuerda muchas anécdotas desagradables que ahora le causan risa.
Como cuando fue a cayo Juan Claro a cargar azúcar y no la dejaban pasar porque
era mujer. O la vez que un custodio no le permitía entrar al puerto de Nuevitas
porque en toda su vida allí nunca habia ido una fémina frente al volante.
Magalis
Chacón Gallegos en 26 años conduciendo nunca tuvo un accidente. Durante un lustro
fue diputada a la Asamblea Nacional y por casi tres lustros estuvo en el
Secretariado Nacional de la FMC.
Habla
de Vilma Espín con cariño. Cuenta que conversó con ella muchas veces y la
querida dirigente le elogiaba el pelo tan largo, las uñas bien pintadas, la
feminidad con que se distinguía detrás del timón. Asegura que ha mantenido la
abundancia de su cabello como un recordatorio de todo lo que Vilma le enseñó.
Magalis
hace seis años tuvo que despedirse de su camión. La mamá enfermó y desde entonces
se ha dedicado a cuidarla. Habla con nostalgia de sus días de zafra. Extraña el
claxón, el timón, el pie en el freno por los caminos de Dios.
La camionera ahora va por la vida conduciendo, con ojos bien abiertos, la suerte de los suyos. Tiene guardado en algún lugar de la memoria el olor de los caminos, la magia de lo desconocido que la hechizó desde muy pequeña, y siempre la convida a desafiar nuevos derroteros.