Esta mañana he vuelto a sentir el frío llegarme a las entrañas… El
amanecer me sorprendió lejos de casa, perdida en alguna historia pasada, de hace
ya casi 3 años… cuando desperté por primera vez fuera de Cuba y entre los
crujidos de mis dientes y las medias de lana se me ocurrió una excusa… este frío
solo puede ser Soledad…
Desde entonces, en otras tantas ocasiones, el invierno me azotó como
hoja seca, hasta perdí el tacto en los dedos de las manos y llegué a pensar que
la nariz no era ya mía; bajo una llovizna casi helada conocí un pedazo de Los
Páramos y el centro del mundo se desnudó ante mi con reticencias, negándome
siempre un atisbo de Sol…
Cerca de la nieve, a merced de los volcanes; el abrigo, las botas y las
bufandas me recordaron cada hora el calor de los míos, esa vuelta al hogar y
las camisetas gastadas a la hora de dormir… los rayos humeantes en mis playas,
y las conocidas arenas donde brota el romance,
y a mi me sorprendió la madrugada tantas veces…
Esto solo puede ser una incómoda ironía… lejos de casa el frío era una
suerte de castigo para siempre extrañar… y ahora, este vendaval transitorio que
me ha hecho desempolvar algún cuello de tortuga, se está pareciendo también a
la nostalgia.
Ese último párrafo te quedó precioso. Ye.
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