Me preguntas??? Estas ansias escapan a la mera definición de profesión; son de alguna manera una especie de estigma o esencia que encuentra las palabras exactas para enmarcarte en una condición más que en un concepto… y luego la realidad es más sencilla o más complicada?: escribes porque vives y vives porque escribes.

lunes, 19 de octubre de 2015

Otra vez entre risas y llantos

Tenía caracoles pequeños de pelo por casi todo el cuerpo, boticas altas y la ropa impecable, siempre abrochado raramente el penúltimo botón. Jugábamos a ser grandes, a inventar formas para escaparnos del pueblo. Y las tardes eran una mezcla de escasas horas, carcajadas y humo de cigarro. Solo el abrazo a la despedida era certero, la promesa de estar ahí al día siguiente sin importar cuan fuerte soplaran los vientos. Así fui aprendiendo, entre risas y llantos, los verdaderos términos de la amistad.

Hace un par de días, en mi destino de vagar por terminales he reconocido a lo lejos unas espaldas inconfundibles. Solo podía ser él. Corrí emocionada aun ante la posibilidad de hacer el ridículo. Y en el momento justo en que intenté perderme otra vez en su abrazo, para curar  de golpe tanto tiempo viejo, tanto desencuentro y ala rota, cuando mis brazos ya casi estaban en su cuello, mi amigo me concedió, a penas, una mirada gris y un ligero apretón en los hombros.
Sinceramente nunca he sabido lidiar muy bien con el rechazo, pero ya estaba ahí y con la cara encendida de vergüenza. Traté de recordar si alguna vez le hice un desplante a aquel chico, busqué en su ropa indicios de que viviera en el extranjero (eso explicaría la indiferencia) pero no era tan fácil. El peso de aquella frialdad me caería más tarde, y con creces.
Seis años puede ser demasiado tiempo para dejar de hablar con un amigo. El chico que desnudó a Benedetti para mi, no era ya más el de antes. Desde que descubrió que el suyo era otro triste caso de VIH decidió mantenerse distante, irónicamente para no ser rechazado. Ahora vive solo. Después de la noticia todo se hizo agua en las manos y solo unos poquísimos sabían porqué.  La mayoría de los familiares continúa ajena al hecho.
Pero su deseo de esconderse no es orgullo herido, más bien instinto de supervivencia en este mundo que puede ser tan frío. Al parecer en su trabajo la bola corrió como papa caliente, la gente dejó de saludarlo y nadie usó el baño nunca más. Lo único que sacó de aquella prole que alguna vez creyó amiga fue un par de miradas de lástima y mucho cuchicheo en los pasillos.
En mi viajaba de regreso pensaba en la fatalidad de aquel niño que hacía poesías. En carne propia sé cuan dura puede tornarse la vida en cuestión de segundos. Pero si existen personas que quieren cargarle más dolor del que soporta obligado mi amigo, si con prejuicios y tonterías pretenden hacer sus días doblemente miserables, entonces ¿cómo no esconderse? ¿Cómo sonreír? toda esta gente me arrebató el abrazo de mi compañero de infancia.
Esa tarde difícilmente se me salga del recuerdo. A la hora de despedirnos puse un beso fuerte entre sus dudas y le dejé mis infortunios también con carcajadas, aun cuando salieran calientes de un poco más debajo de la garganta. Pero es un deber sonreírle a los amigos.

Recordé a Varela en mi cabeza si pudiera darte algo te diría no es el fin, no es el fin… Quiero creer que mi amigo reencontrará su camino, hay viajes inevitables… Quizás la próxima vez que lo vea ya no tenga la mirada triste.

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