Me preguntas??? Estas ansias escapan a la mera definición de profesión; son de alguna manera una especie de estigma o esencia que encuentra las palabras exactas para enmarcarte en una condición más que en un concepto… y luego la realidad es más sencilla o más complicada?: escribes porque vives y vives porque escribes.

lunes, 21 de marzo de 2016

Más fuerte que la sangre...

La veíamos pasar, siempre con la sonrisa a medias… A la vista era solo una muchacha hermosa, sin grandes pretensiones.Pero nosotras sabíamos de ese hueco que latía en sus brazos, de las ganas de ser y aquella canastilla guardada, por décadas, que nunca vería la luz.
Las modas ayudaron, los zapatos importados y las carteras de muchos colores. Pero el armario bien nutrido y los atuendos diferentes para cada ocasión,jamás fueron un bálsamo lo suficientemente duradero para engañar la vida. Cuando tres mujeres de su edad se reunían, las máscaras comenzaban a caer, las cosas importantes en verdad llenaban todos los espacios, y entre anécdotas y travesuras de niños ajenos, el hueco en su vientre se volvía más doloroso, casi mortal. Entonces cómo costaba lograr, a penas, una media sonrisa.
Un día las cosas cambiaron. Una niña entró por su puerta para hacer florecer de golpe todas las cicatrices que alguna vez sangraron. No le creció dentro, no llevaba su sangre, era solo el bebé de alguien con cierto parentesco que se había ido definitivamente fuera de Cuba.
 Aun así no hubo remilgos. Los biberones y los pañales terminaron con sus rutinas rigurosas y volcaron el hogar patas a arriba, en una vorágine de llantos ensordecedores, gorjeos, carcajadas, y las escasas fuerzas de una mujer, ahora sí, verdaderamente feliz.
La figurita que encontró dentro del coche podía llevarse casi en una mano. Y con esa obsesión desmedida que a las madres nos llega por instinto, se prometió cuidar aquel cuerpo frágil para que nada malo pudiera alcanzarle. Alguna vez le escuché contar que muchas veces despertaba a mitad de la noche, desesperada porque a tientas no encontraba la cuna y sentía que alguien se llevaba a su hija… fue exactamente ese miedo quien le hizo pegar la cama a la cunita aunque las pesadillas no se fueron totalmente.
Pasaron los años y su niña por fin dio pasitos, echó a correr, aprendió a saltar, e incluso se rasguñó muchas veces las rodillas. Un día la llamó mamá y ella sintió que el mundo y su complejo engranaje por fin habían encontrado el equilibrio exacto, la órbita ideal para su mera existencia. Pasaron siete deliciosos años.
De porrazo también sus pesadillas se volvieron reales. La madre biológica de la niña reclamó sus derechos porque lo de ellas solo fue un acuerdo de palabras. Hubo gritos, los familiares se pronunciaron por el éxodo, y en un abrir y cerrar de ojos ella se encontró en un aeropuerto despidiendo para siempre a aquel cuerpecito asustado que se iba, en contra de su voluntad a lo desconocido, y le decía adiós detrás de los cristales… para ese entonces logró sonreír, pero cuando se fue el avión sintió que el pedazo de alma que aún le quedaba se rompía en mil pedazos contra aquel suelo lustrado.
No sé qué experimentó entonces y la verdad tampoco me explico cómo logró sobrevivir, aunque es bien sabido que el cuerpo humano es capaz de tolerar mucha angustia… En fin, que son quizás estas historias la causa de que en Cuba nadie quiera quedarse con los hijos de otro, por aquello de “quien da pan al perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro”. Pero no creo que la cuestión por proverbial sea infalible, sobre todo porque hay muchos sentimientos involucrados de por medio en algo tan sensible.
La  adopción en nuestro país existe por los medios legales, aun así muchas mujeres padecen las frustraciones de la infertilidad sin pensar nunca en el tema. Nos queda muy grande, definitivamente. Es muy triste que sea el miedo, los prejuicios o los remilgos quienes terminen con la posibilidad de un niño de reencontrar una familia. Hay historias con finales felices, respaldadas por la ley o frutos del azar, hay adultos que crecieron en hogares adoptivos y hoy aman y agradecen profundamente a sus padres, hay mujeres desgarradas como la de mi anécdota, y lo más importante, hay niños esperando una oportunidad para ser felices, solos con sus esperanzas, porque no tienen a nadie más en el mundo.


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