Me preguntas??? Estas ansias escapan a la mera definición de profesión; son de alguna manera una especie de estigma o esencia que encuentra las palabras exactas para enmarcarte en una condición más que en un concepto… y luego la realidad es más sencilla o más complicada?: escribes porque vives y vives porque escribes.

martes, 27 de noviembre de 2012

Evas que sangran...




Ella está ahí, adolorida desde el centro de los huesos hasta ese hueco en el pecho donde le cercenaron las ganas de irse. Deshecha, rota, y si alguien aparece de pronto a visitarla entonces los moretones quedan ocultos tras el maquillaje, se limpia el rostro con una mueca de sonrisa falsa y si preguntan dirá que no pasa nada, fingirá cansancio, “solo es eso, todo está bien.”
Pero dentro de la habitación, a tientas con la vergüenza no valen las máscaras. Ha aprendido a llorar en silencio para que la pequeña figurita que se mueve a  su lado no perciba el desconcierto. Por eso cuando llega el esposo y ella advierte el menor indicio de su rabia entra al baño, cual sucio masoquismo y flagelación a recibir de una vez todos los golpes, y reza porque pare pronto y no haya sangre, para que la niña no se asuste.
Gritos mudos, palabras sin voces, caras que ocultan rostros por temor o timidez, se van sumando día a día a estas realidades que sangran. La violencia contra la mujer es un pesar del que los tuneros, lamentablemente, no estamos exentos. Noviembre llega cual suerte de jornada a exigir, como cuestión de justicia social, el respeto a los derechos individuales y la equidad de género.
Y TRASTOCASTE MIS ENTRAÑAS CON SANGRE DEJANDO GRIETAS DONDE UNA VEZ HUBO SUEÑOS
El golpe en la mejilla femenina es una verdad punzante. Y aún con los intentos de políticas y entidades, no logra visualizarse como el problema social que constituye. No se percibe cabalmente el rastro de dolor que va dejando, las frustraciones, los sueños lacerados, el miedo a la vida. Los diferentes tipos de agresión, ya sea intrafamiliar  o de género, implican daño, sometimiento, no son un mal  menor como algunos intentan simplificar a conveniencia.
La doctora  Mareelen Díaz Tenorio, especialista del grupo capitalino de reflexión y solidaridad Oscar Arnulfo Romero, abanderada por todo el país de abogar por la no violencia contra la mujer, alumbra desde su vasto conocimiento psicológico las implicaciones de este tema en la vida social.   
“A las damas -asegura la doctora Díaz- el sometimiento nos llega por todas partes  aunque es más frecuente en el ámbito familiar y de pareja. Y la causa está en nuestra historia, en el decursar de las relaciones patriarcales que desde niñas nos mostraron que el hombre manda y la hembra obedece.
“La agresión ha sido aprendida por la sociedad y se nos ha colado hasta las entrañas, por eso nuestra meta estriba en conocer, visualizar estas manifestaciones producto del machismo y de posiciones estereotipadas  como
un flagelo, una vez que se logre este conocimiento  puede ser desaprendido el maltrato.”                  
JUGASTE A Pergamino horizontal: 1DESNUDARME, CUBRIENDO CON CARICIAS LAS HUELLAS DE TUS GOLPES
La voz de Elia Marina Brito marca hitos entre los tuneros en defensa de las mujeres. Esta psicóloga que preside la Comisión Provincial de Educación Sexual, puntualiza que la temática se trabaja desde el programa de Salud Mental con una perspectiva de géneros y derechos, no solo como  un flagelo  sino también como un problema de salud.
“A lo largo de estos años –comenta Elia- a mi consulta han llegado muchachas muy jóvenes con historias cruentas, violaciones, maltratos; y es doloroso observar cuánto les cuesta confesar los agravios sufridos, como a flor de piel están signadas por una culpa incierta y más que víctimas se sienten responsables.”
Muchos mitos se han entrelazado en torno a este tema, cual excusas para justificar la agresión. El alcohólico es violento porque quiere serlo, el ron solo le desinhibe, pero solo en su conducta está el abuso y la falta de escrúpulos.
Algunas mujeres por su parte asocian los celos, las prohibiciones y los maltratos con exceso de amor, “mi marido es así porque me quiere mucho, él se vuelve loco, se ciega”. Pues se equivocan, aquello de “quien bien te quiere te hará llorar”  es una falacia inmensa.
La doctora Mareelen Díaz aseguró a 26  que la demencia solo es  la causa en el 10 por ciento de los casos de agresión contra la mujer. El loco seguramente se pelearía con todos y no tendría la astucia de escoger a un rival mucho más débil para descargar su rabia.
“Alcohólicos, supuestos locos y amores que matan son solo mitos, la realidad es que la violencia ha sido aprendida, símbolo de las relaciones de dominación, de un arriba y un abajo. Violentar nunca es amar”, enfatiza la psicóloga.
 TENGO CICATRICES DE MIRADAS EN LAS ESPALDAS
El gobierno cubano se ha planteado desde siempre la protección femenina como una premisa invaluable a través de su legislación. La Federación de Mujeres Cubanas (FMC) ha creado las casas de orientación a las féminas y a la familia en cada territorio, pero ¿bastan estos mecanismos  para erradicar el problema? ¿Por qué  la mayoría de las veces no se denuncia la agresión?
En los predios de la FMC Provincial, Isabel Reyes Rosado comentó cómo esta institución tiene definida la labor de prevenir y educar desde la orientación, la atención grupal a las comunidades caracterizadas por sus altos índices de violencia y la capacitación.
“En nuestras entidades –asegura Isabel- se trabaja muchísimo, pero no todo lo que se debería. Nos preocupa que la mujer tunera no acude a las instituciones, ni ha tomado conciencia de la necesidad de denunciar el maltrato cuando sabemos que lo sufre.
“Muchas féminas quedan atrapadas en el conocido ciclo que la psicóloga americana L. E. Walker (1979) definió con tres etapas. La primera de acumulación de tensiones; la segunda de descarga de tensión, aquí están comprendidos los golpes y maltratos, y por último la luna de miel donde el cónyuge pedirá perdón  y ella creerá que esta vez sí va a cambiar. Mientras más cortos sean estos ciclos más deteriorada y peligrosa se vuelve la relación de pareja.”
La mujer violentada es un embase de dolor con una coraza para escapar de las miradas y los juicios ajenos. Cada persona en su individualidad reacciona de diferentes maneras a la agresión. Cuando ella se llena de valor y decide denunciar el abuso a la Policía o la Fiscalía, requiere de un personal que les inspire confianza, de alguien con las herramientas comunicativas y psicológicas necesarias para ayudarla a transitar por ese difícil momento.
“Todavía no hemos logrado articular en la provincia de manera sostenida la ruta crítica que deben seguir las víctimas. Se han hecho muchas acciones pero yo, como sexóloga y ente social, no me siento satisfecha de la imbricación de las diversas entidades de forma continua para atender a la mujer que decide denunciar una agresión. Se requiere de mayor especialización en todos los profesionales que laboramos directamente con este tema tan sensible”, confiesa  la sexóloga Elia Marina.
TU SILENCIO ESTÁ LACERANDO CADA PEDACITO MÍO, JUGANDO A CASTIGARME
Los golpes, las amenazas, es un delito con curso legal, pero ¿dónde queda el daño innegable que va acumulando el maltrato psicológico, la frustración que  duele mucho más que los puñetazos y no se borra como los moretones?
La doctora Mareelen Díaz asegura que entre los tipos de violencia de género perpetradas contra la mujer la psicológica  es la más frecuente. Gritos, desvalorizaciones, amenazas, prohibiciones, chantaje emocional, silencios condenatorios, burlas, críticas en público, son algunas de sus manifestaciones y el sostenimiento  de esta puede ser tan o más grave que los golpes.
De este fenómeno muchos otros males se desprenden. En hogares donde se violenta a la mujer, los niños van creciendo signados también, aprendiendo estas rutinas primarias que de seguro repetirán en su adultez. Muchos tal vez padezcan de por vida trastornos psicológicos, y vale preguntarse ¿los padres y las madres no perciben estos riesgos?
Incontables acciones se perfilan desde el Centro de Higiene Provincial, la FMC y otras entidades dispuestas a proteger y apoyar a la mujer, a ayudarla a visualizarse como víctima y no como culpable, y sobre todo a infundirle de una vez el valor para salir del ciclo de la violencia, pero en la voluntad de la agredida, únicamente, se encuentra el coraje para transitar hacia una mejor convivencia.
Históricamente la pugna de géneros ha afectado más a la mujer que al hombre. Resulta imprescindible ponerle fin a este fenómeno desde una perspectiva terapéutica, porque la violencia engendra violencia y en nuestra realidad algunos casos ya evidencian esta problemática.
 Y RASGUÉ EN MIL PEDAZOS LOS MIEDOS Y NUNCA MAS FUISTE DIOS, SOLO UN HOMBRE ASUSTADO POR MI  AUSENCIA
En este justo instante hay mujeres en todas partes pagando con dolor su decisión de callar. A la vuelta de la esquina está también la profesional exitosa que en casa vive un infierno entre maltratos, críticas e incluso golpes que disimula con astucia.
Más allá hay muchachas muy jóvenes que aprenden a vivir y ya forman parte de matrimonios basados en el machismo más retrógrado, y solo podrán ser amas de casa o esclavas de estos tiempos. O tal vez más cerca está la fémina que recibe golpes, pero no tiene a nadie más y  el agresor es el padre de sus hijos y ¿qué hacer?, ¿a dónde ir?
Y también está usted, agotada hasta las lágrimas de padecer en silencio. Dispuesta a denunciar de una vez y por todas a la bestia que marcó su cuerpo con puntadas, estrés y finalmente una hipertensión  arterial y una cardiopatía. Usted que tiene la voluntad ya les ganó a las otras, porque la violencia es un delito y en sus manos está hacerlo valer.
                                                       


               

2 comentarios:

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  2. Buen trabajo. Y muy bien escrito. Apenas un señalamiento: peca de absoluto en cuanto a género. La violencia no siempre arroja su lava desde los predios de Adán. A menudo, Eva también entra a en erupción, aunque de manera muuuuuucho más sutil y, dicotómicamente (me acabo de inventar este adverbio) más devastadora. La violencia, Yuset, es bidireccional, no unidireccional. Hay por ahí una espinela de Jorge Luis Borges que lo establece. Y es polisémica, porque cada persona arrima la brasa a su sardina e interpreta y toma por hecho violento lo que mejor se ajuste a sus códigos existenciales, en dependencia de los niveles de sensibilidad, prejuicios y perspectivas que la signen. La violencia es también excusa para abrir una brecha en las relaciones sentimentales que permita salirse con la suya, consumar proyectos y forzar estereotipos. Aquí hay algo imposible de soslayar: cuando se hurga profundo en determinadas coyunturas, se comprueba que la presunta víctima es, en realidad, la victimaria. Pero eso solo lo detecta el ojo avezado, la disección experta. Durante mi niñez jamás vi a mis padres discutir. Al menos delante de mí. Pero tampoco percibí nunca provocaciones y ni conductas censurables que justificaran reacciones violentas, ya fueran verbales o corporales. Yuset, todo en la vida -o casi todo, porque absolutizar es siempre equivocarse- obedece a la antiquísima ley física de la acción y la reacción. Es así de sencillo: Me dices y te digo. Y palabras sacan palabras. Romper ese equilibrio es como caminar sobre el filo de una navaja. Siempre me ha gustado aquella frase de Mahatma Ghandi: «Ojo por ojo y el mundo acabará ciego». Te aseguro que no soy machista. Y me gusta -tú lo sabes- regalar poemas y ofrendar flores. Pero me resisto a comulgar con la teoría de que, por lo común, el hombre es el agresor y la mujer la agredida. Bajo el hongo familiar -aparentemente plácido o flagrantemente hostil- ocurren incidentes que solo sus convivientes conocen a fondo. Algunos, de hacerse públicos alguna vez en un tratado de sicología, harían cambiar sustancialmente esa correlación de fuerzas. La violencia es más que una agresión físico-verbal. Hay acciones de guante blanco –dichas en voz baja, arropadas en una supuesta decencia y en apariencias inocuas…- mucho más dolorosas que una frase hiriente o una sonora bofetada. Los Adanes también sangran. Solo ellos lo saben.

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